Los malestares son siempre una incógnita, difícil de significar. Una de las causas, más bien motivos por lo que se acude al psicoanálisis, pronunciados con palabras que intentan atrapar el malvivir en un concepto, es por la ineficacia de la palabra para nombrar lo que aqueja, y el fracaso de la comprensión. Desmarañar lo que hay en el interior, es trabajo minucioso lleno de sorpresas.
En esta línea de cosas, me llamo la atención una conversación de esas que escuchas por proximidad. Un grupo de cuatro mujeres hablando sin parar, deslizándose en una metonimia sin fin, fijación, ni profundidad, un verdadero blablabla, de los que escuchamos a menudo, un ronronete, del que si el tono no es muy alto hasta adormece. Y en esas, estando leyendo, una frase me intrigo: “te vas a ahogar”, le decía una de las blabladoras a otra. ¿Por qué?, contesto. Si no sacas hablando todo lo que llevas dentro de ti, te vas a ahogar… Sorprendida le contesta: pero si no me gusta hablar! El xirigai que se produjo a continuación, puro surrealismo.
Conclusión: una persona fuertemente angustiada por el imperativo que le exigía hablar en un “para todos lo mismo”, de descarga.
Como me habían arruinado mi tarde de lectura, y el ambiente se caldeaba como en un aborigen de linchamiento, decidí intervenir en ese grupo de cotorras. Perdonar, les dije, podéis repetir por qué el hablar descarga?, como ella, tampoco lo entiendo. Pues, me contesto una: si no lo haces y te guardas las cosas para ti, se sufre. Ah! le conteste, y cómo se relaciona el hablar con el sufrimiento?, o mejor, ¿sufre quién no habla o quién no escucha la voz del que calla? Las blablaberas mudas, y la mujer silenciosa me dijo: gracias, mi interior es mío, me estaba doliendo la cabeza de tanta cháchara.
Se hizo el silencio permitiéndome leer y estar en otra historia.
Y es que el imperativo categórico kantiano, tiene mil resquicios por dónde emerger, lo que es totalmente contrario al psicoanálisis. Los hay que sufren callando, los hay que sufren hablando, y los hay que les importa un bledo callar o hablar. Y en esta sociedad en la que le ha dado por el imperativo de “hacer hablar”, quizás podríamos pensar, si es hacer hablar o rabiar, pues no hay palabra que este a la altura de capturar lo que dice.
La pureza de este grupo blablabero es que ni les dio por mentar la comprensión, lo que cito como ejemplo de cómo en estos tiempos, dónde predomina el discurso capitalista, podemos cada vez más, ver la pulsión freudiana al desnudo. Caray, tanto esfuerzo para huir de tele-basura y encontrarla sin parar.
Teresa Ferrer
2 comentarios:
que pesadez los de la pulsion oral! panda de invocantes con incontinencia verbal...cuanto mal ha hecho el conductismo...hay que sacarlo, hay que sacarlo... Virgen santisimaaaa que se vayan al muro de las lamentaciones...hablarle a la pared no les serviria?
Aiiiii, aiiiii aiiiii! he hecho el test-solicitud para retirarme a un convento de clausura de monjitas con voto de silencio y no sé que más, y me ha salido. Rechazada por creyente!
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