El Discurso Psicoanalítico

Blog dedicado a la transmisión de la experiencia psicoanalítica, debate sobre la misma y aportaciones.

El psicoanálisis no es una terapia, es una experiencia en la que la cura viene por añadidura. Ya desde S. Freud que formula “los restos sintomáticos” a J. Lacan, con su reformulación del “sinthome”, que retoma Jacques-Alain Miller en sus Cursos de Orientación Lacaniana; lo incurable late en el corazón de la experiencia, en tanto que es lo más singular del sujeto, en lo que no es parecido a nada ni a nadie.

¿Qué es pues la clínica de lo incurable? ¿En que reside la pureza del psicoanálisis? ¿Qué es un analista? ¿Qué es una escuela, verdadero palpitar donde habitamos?…En el marco del mundo actual que cargado de imperativos amos, dejan al sujeto en la más pura indefensión e indefinición de su singularidad, hay que elegir entre sujeto o sociedad y estamos del lado del sujeto y de hacer más porosa la sociedad para que los agentes amos no impongan la particularidad de las categorías, ni el universal en beneficio del Ideal de la especie.

Torre de Babel

Y a día 2 de octubre del 2009, comienza en el blog un apartado de colaboraciones, abriendo la vía a lo que indica Lacan en "Función y campo", escrito del que tantos conceptos varia,a lo largo de su enseñanza, pero dejando intacto este, ya que a la experiencia psicoanalítica: "Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? Que conozca bien la espiral a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes" (J. Lacan, "Función y campo de la palabra y del lenguaje ... "). Agradezcamos a la singularidad que quiera mezclarse en la escucha…

Ágora

jueves, 24 de diciembre de 2009

Alejandro Amenábar: politeísmos, monoteísmos.


Corría el siglo IV de nuestra era, en un lugar dónde la sabiduría era venerada. Como antecedente el tiempo de Constantino, que por mantener la unidad del imperio, declaró oficial la fe católica, que dictó sus dogmas en el concilio de Nicea (325) de marcada tendencia fanática: la soltería y divinidad de Cristo, los evangelistas aceptados: Juan, Mateo, Marcos, Lucas, la expulsión de los apócrifos: Judas, Mª Magdalena, Felipe, Tomás, Juan… La festividad de la Pascua, el repudio de la mujer en el dogma, etc... Fanatismo que aunque tarde llegó a Alejandría, y que capta Alejandro Amenábar, en esta película en la que se destruye el Saber en aras de la religión.

Agradezco la exposición de José Vanaclocha, que esta vez, ha realizado una magnifica descripción de un nobel del cine, Alejandro Amenábar, inscribiendo su film de que es objeto nuestra tertulia dentro de la trayectoria épica del cine, y a Pilar Dasí que aceptara la invitación de nuestra compañía y dialogo, espero su colaboración en el futuro, en este espacio de investigación de psicoanálisis, cine. Es una gran colega y amiga, y entre las dos hemos trazado el eje central del film. El amor

La película es una historia de amor. El amor de Hipatia (filosofa neoplatónica seguidora de Plotino) a la ciencia, su investigación del universo, el amor del padre, el amor de dos hombres (Davo y Orestes), y el amor a Dios en tres declinaciones históricas de la religión. Hemos dispuesto que Pilar hablará más de los tres tipos de amores que he señalado y luego retomaré el tema de la religión, clásico en Freud, punto central de toda su “psicología social”, y que retoma Lacan para iniciar el grafo de los discursos, que tenéis en esas hojas que os hemos repartido. Discurso del amo, Discurso universitario, Discurso histérico, Discurso analista, Discurso capitalista. Sólo acabar por deciros lo qué es un discurso, ¿qué es un discurso?, un discurso es lo que hace vínculo social, y las diferentes formas de vínculo social que se establecen dependen del discurso en que nos movamos, como bien se ve en el film. Paso la palabra a Pilar Dasí.

“Entre Cleopatra y Justine, la antigua reina y el personaje moderno de Lawrence Durrell, está Hipatia, la otra gran alejandrina. Juntas, las tres mujeres representan perfectamente el alma de Alejandría, la capital de los Ptolomeos – con los inigualables Biblioteca y Museo, el alto Faro y el Soma, la resplandeciente tumba del fundador, Alejandro Magno – pero también la ciudad arruinada de innumerables calles en las que se arremolina el polvo de la historia, la ciudad de las rencillas religiosas, la decrépita y melancólica del Viejo (Kavafis), la ciudad recreada por E. M. Forster, la ciudad, en fin, “de las cinco razas, cinco lenguas, una docena de religiones, el reflejo de cinco flotas en el agua grasienta, más allá de la escollera, pero con más de cinco sexos”, como la describió Durrell en su Cuarteto. Alejandría… con Atenas y Roma la gran partera de nuestra civilización y el crisol de tantos sueños, amores y maravillas.”

Agradezco a la Biblioteca del Campo Freudiano su invitación a hablar precisamente de la destrucción de otra Biblioteca, la de Alejandría, por la intolerancia ante el saber de los fundamentalistas religiosos. Sabida es, la importancia de la cultura y de la ciencia en ese periodo histórico, lleno de contradicciones y sabidas son las causas, sus protagonistas y sus efectos para la historia de la humanidad de aquel acontecimiento.

Que esta Biblioteca, la del Campo Freudiano, sepa resistir los embates de los intolerantes actuales y pueda transmitir el saber de Freud, de Lacan y de todos los psicoanalistas que forman parte de ella, me congratula. Y también que sigan invitando a otros psicoanalistas, que como yo, perteneciendo a otra Escuela acudo a expresarme aquí, desde la amistad y el respeto, desde el debate y la comun icación de un deseo común: el psicoanálisis. Por otro lado, en el Ágora, espacio de la ciudad donde se enseña, tenemos que convivir todos, pues el Ágora es como una banda de Moebius, fue también allí donde se precipitó la reyerta de los paganos y los cristianos.
Ustedes, tendrán una visión cinematográfica de la propuesta de Amenábar, crítica de su realización, también habrán podido sentir, la sensación de gusto ante la propuesta, y valorar si la película logra convertir el decir que plantea en acontecimiento: sabrán si les ha atravesado o no.

Ágora, habla fundamentalmente (en el centro de la trama, en el
punto de fuga) del discurso histérico, y sus afinidades con la ciencia desde Hipatia y muestr a con cierto “descaro”, tanto el malestar en la cultura, como el efecto de la religión sobre las civilizaciones. La “democratización” demagógica de la religión y cómo es interiorizada por los fundamentalistas, no podemos sustraerla en nuestro análisis y está presente en la película, pues hoy y ayer, se verifica lo acertado del planteamiento freudiano al respecto. Freud no dejó de advertirnos y consiguió un corpus teórico, vigente. Me consta que Teresa Ferrer nos hablará de esto, conozco su gusto y su estudio del tema.

Por eso yo, me centraré en otros aspectos. Dejo de lado si Ámenabar consigue una transmisión adecuada en las con cesiones que hace a la verdadera muerte de Hipatia (en marzo del año 415 en la convulsa Alejandría). Interrogo la peculiar lectura del director sobre El Banquete de Platón (aunque los cinéfilos digan que se ha basado en Carl Sagan y su libro Cosmos).

Freud habló del malestar en la cultura, Marx de la religión como opio del pueblo y Lacan no hizo concesiones, yo tampoco las haré, pues Amenábar, su cine, es sensible (siempre con desgarro) a la complejidad del ser hablante: Tesis, Abre los ojos, Los otros, Mar adentro, etc. El tema de los oprimidos-opresores es constante y… las cosas no son lo que parecen).

Hoy asistimos a la negación de la subjetividad (el avance del cognitivismo, la farmacología y la neurobiología dan testimonio) y es precisamente desde el arte, la literatura, el cine, donde se retoman las más recónditas precisiones respecto a la subjetividad. Por eso los psicoanalistas nos interesamos por el cine. Estamos ante la holofrase, como grado cero del decir y la poesía: anverso y el reverso de lo social.

Fractura discursiva

Freu d tuvo en cuenta la psicología social en el análisis de los síntomas individuales, pues estos tienen una dimensión histórica, que J. Lacan formalizó en los discursos – en cada discurso el acto de decir es instituyente en el orden de los vínculos. El cuerpo afectado por el discurso es “el cuerpo como efecto del arte, se fabrica con el discurso, con sus pinceladas”. Cada cuerpo es un cuadro donde cada pincelada deja una huella, y así cómo no hay pincelada igual a otra, tampoco hay un sujeto igual a otro, en su vinculación a la demanda, el deseo y la pulsión.

Es la demanda, el pedido, lo que liga el sujeto a las ofertas del Otro, lo que provoca conflictos como vemos en Hipatia. Esto es muy interesante pues sitúa la historia de nuestra vida, la vida de cada uno, en la historia de las ofertas del Otro. Todos vamos construyendo nuestros éxitos y nuestros fracasos en relación a los objetos que cuentan: del amor, del deseo, del sexo, del trabajo, etc. y en función de nuestra relación al Otro.

En Ágora, en el siglo IV, vemos esta fractura discursiva, entre la infancia y adolescencia de los prota gonistas (Orestes – Gobernador de la Ciudad – Sinesio y Davo) y el papel o el lugar de su vida adulta… en el modo de insertarse en lo social de los tres hombres. ¿Acaso no hemos visto nosotros lo mismo en el cambio de discurso que se opera en España después de la muerte de Franco?...

Discurso histérico: rechazo y huelga del cuerpo

El eros histérico es el sostén del deseo de saber. El ejemplo clásico es Sócrates, dando su deseo pero no su cuerpo. Al aceptar la muerte, se sustrae al Otro de la Ciudad, pero no solo hace huelga del cuerpo como el sujeto histérico freudiano, también, huelga de la doxa colectiva (se excluye del conjunto de las conductas de los amos). Otro ejemplo lo rescata la película de Amenábar, Ágora, en la se lee la negación de Hipatia al reconocimiento de su cuerpo sexuado; hace huelga del cuerpo en beneficio del saber (discurso de la histérica).

Hipatia lucha por salvar la sabiduría del mundo clásico. Es la histérica socrática, que muestra Lacan en Sócrates renunciando al amor, olvidando que su boca es de carne, interesado en lo que sabe del amor una m ujer (Diotima). Sócrates sustrae su cuerpo, cuando Alcibíades pronuncia su declaración de amor, a lo que Sócrates responde que no le ama a él, sino a Agatón. Hipatia, tiene tres hombres, al menos dos, un esclavo y un amo, que la aman, pero como Sócrates, renuncia a todos, incluido su propio padre, en beneficio del saber. Porque la histérica no rechaza su cuerpo, hace huelga, no lo pone en juego porque lo que le interesa es el saber. Ellas, las histéricas, hacen huelga del cuerpo, como vemos en Hipatia respecto al cosmos, o la Nobel de medicina en 1986, Rita Levi-Montalcini, en relación a la educación de las niñas africanas.

En la película vemos que Hipatia es una mujer que produce saber a condición de no saber nada de lo que ella es, en tanto objeto a en el lugar de la verdad, como mujer. Sabe que la van a matar, su destino está jugado. Es la misma posición de Sócrates, y de Rita Levi-Montalcini, según ella misma cuenta al cumplir 100 años de vida: “renuncié a mi cuerpo de mujer por mi saber, y por el saber de ot ras mujeres”.

El síntoma histérico no es el síntoma de otro cuerpo, no exige el cuerpo a cuerpo, es más, no presta su cuerpo para ser síntoma de otro cuerpo. Está del lado del goce UNO, ignorando el goce del otro… del partenaire. Ella (la histérica) quiere ser el agalma del deseo, lo que equivale a no querer ser el síntoma, en el sentido de cuerpo gozado por otro. Y ser la agalma del deseo es “hacer desear”. Dejo la palabra a Teresa…
Pilar Dasí


¡Cuán envidiables aparecen ante nosotros, pobres de fe, aquellos investigadores convencidos de que existe un ser supremo! Para este gran espíritu, el universo no esconde problema alguno, porque él mismo ha creado todos sus dispositivos. ¡Cuán abarcadoras, exhaustivas, y definitivas son las doctrinas de los creyentes por comparación con los laboriosos, mezquinos y fragmentarios intentos de explicación, lo máximo que nosotros podemos producir! El espíritu divino, que es por otra parte el ideal de una perfecta ética, ha implantado en los seres humanos la noticia de ese ideal y al mismo tiempo el esfuerzo por igualar su ser a su ideal. Sienten de una manera inmediata lo que es alto y noble y lo que es inferior y ordinario. Su vida sensible se acomoda según la distancia a que estén del ideal en cada caso. Este les aporta elevada satisfacción cuando se le aproximan, por así decir en el perihelio; y los castiga con un serio displacer cuando, en el afelio, se le distancian. Así de simples y de inconmovibles están establecidas todas las cosas. Solo nos cabe lamentar que ciertas experiencias vitales y observaciones del mundo nos impidan aceptar la premisa de semejante ser supremo. Como si el universo no presentara suficientes enigmas, se nos propone por añadidura la tarea de comprender de que manera aquellos otros pudieron adquirir la creencia en el ser divino, y de dónde cobró esta creencia su poder enorme, que avasalla “razón y ciencia”. (Extracto de la obra “Moisés y la religión monoteísta”. Parte II, apartado E: “la sustancia de verdad de la religión)

Padre versus Amo. El Discurso del Amo

El psicoanálisis debe su existencia a la escucha que Freud y Breuer realizan de las histéricas, mujeres tachadas de cuentistas y encerradas en manicomios la más de las veces. Y es escuchando a la histeria, como Freud se encuentra cara a cara, con el discurso del amo, al que ellas desafían. ¿Cómo aborda Freud el discurso del amo?, desde la construcción del padre en el origen de la humanidad y su producto que es la religión, imprescindible para entender cualquier cuestión relacionada con la raza humana, conjuntos de parlêtres, seres-hablantes, de lenguaje, que se relacionan sin cesar. El padre primordial de la humanidad, es lo que hay tras el significante-amo, padre que ha ido declinándose en su decadencia al ritmo de las teorías evolutivas de Darwin, perseguidas y proscritas por la religión.

Amar o despreciar la religión, es una forma de ocuparse de ella, pues no tenerla en cuenta nos lleva a lo peor, ya que la religión es lo que crea la prehistoria humana para defenderse de la naturaleza, así como el psicoanálisis es lo que hay para defendernos de la cultura, frase esta última lapidaria, que dejo por si se quiere después retomar.

El acercamiento de Freud a la religión, desde una posición de imposibilidad en la creencia, lo lleva a considerarla primeramente del lado de las neurosis, concretamente del lado de la neurosis obsesiva, con la imposición de los más altos ideales, su búsqueda de la verdad, su confinamiento en los más puros rituales, su adoración por lo correcto, la ley, la pulcritud, la pureza y demás ideales obsesivos que siempre fracasan. Al principio de su teorización Freud ubica la “religión” como el culmen de la neurosis, pensando que la humanidad conseguirá superar.

El despliegue de textos sociales de su obra, desde “Tótem y Tabú” (1912), “De guerra y muerte. Temas de actualidad” (1915), “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921) “el yo y el ello” (1923), “el porvenir de una ilusión” (1927), “el malestar en la cultura” (1929), “El por qué la guerra” (1932) y “Moisés y la religión monoteísta” (1934-38-1939), recogen toda la teorización que Lacan retomará a partir del S-17 “El reverso del psicoanálisis” en la que grafía los discurso s que han recorrido la historia de la humanidad.

Represión primordial o Forclusión generalizada?

Recomiendo la lectura de estos textos, en los que no voy a entrar de lleno, sí decir que en el “Porvenir de una ilusión” se produce un viraje, así como en “Moisés y la religión monoteísta”. En el “porvenir de una ilusión”, Freud deshecha su idea de un final de la religión y triunfo de la ciencia, tras recibir una carta de un alumno analizante americano, en la que le indica a Freud su extrañeza de su falta de creencia en Dios, al tiempo que le explica las razones por las que para él es imposible. Las razones son de tal calibre, que Freud vira su idea sobre la religión, y deja de pensarla como subjetivación histórica del discurso del amo: la neurosis obsesiva, para pasar a pensarla como la Psicosis de la Humanidad, intocable. Ejemplos de una religión con alto grado de psicosis, (locura, fanatismo en lenguaje coloquial), es el personaje que anda sobre las llamas, Amonio. Ejemplos de neurosis obsesiva preocupada por los más altos ideales de la humanidad, en el Obispo-alumno de Hipatia, Sinesio, quien le señala al prefecto imperial de Alejandría (del imperio romano), Orestes, su dependencia del amor a una mujer y su desatención a los dogmas, al tiempo que organiza con él, una salida para Hipatia, solución que ella deshecha, por lo que nos ha contado Pilar de la posición histérica de rechazo al cuerpo.

Así pues como pinceladas para el debate, dejo: la religión del lado de la neurosis obsesiva, que
vemos en Sinesio, el Obispo de Cirene. La religión como la psicosis de la humanidad, del lado de Amonio en su delirio alucinatorio de la voz de Dios, y añado, que si bien la película he dicho antes, son historias de amor, también son historias de muerte y guerra. Todos creen, politeístas, monoteístas, todos creen y en nombre de Dios matan y mueren. Dos preguntas lanzo a la sala: ¿Por qué numéricamente gana el monoteísmo, por qué prende en el pueblo y a modo de mayoría democrática es adoptado por los romanos? Y la otra ¿Por qué la forma de monoteísmo que prende y perdura es el “cristiano” frente al “judaico”?, preguntas que resuelve el texto de Freud “Moisés y la religión monoteísta”.

Teresa Ferrer

Intervenciones en la Tertulia Psicoanálisis, cine. Valencia, 8 febrero 2010




WHATEVER WORKS: si la cosa funciona

viernes, 4 de diciembre de 2009
Woody Allen: Producciones del inconsciente

Sabido es el gusto de Woody Allen por el psicoanálisis, incluso se puede considerar a su obra, producto de su análisis. Es por ello que me resulta bastante curioso, el acto fallido que tuve al ver la película. Me dormí, y no suelo dormirme en el cine. Fui al lyss, sesión de las 18’40, habiendo
dormido incluso un poco de siesta, por lo que no había mucha excusa. El asunto era más grave, en tanto que debía comentar la película en esta tertulia, por lo que al acabar, pensé en comprar otra entrada y volver a “intentar ver el film”, ese “volver a intentar…” pensado así, me frenó en seco, y me fui caminando a casa. Tendría que hablar del por qué del dormirse viendo una película, así es como contingentemente había ocurrido.

Aceptando eso, la cosa no era tan complicada, pues hablar de la película, de un director volcado al psicoanálisis, con conexiones con cineastas muy entramados en el lacanismo, la “cosa no era tan complicada”, si encima el film en su traducción se llamaba “si la cosa funciona” (Whatever Works)…

¿Funcionó para mí la cosa, o no?, si nos centramos en poder contar la trama del film, seguramente no, pero el caso es que me dormí, y no soñé, fue esa especie de “duermevela”, en la que te vas despertando y vuelves a dormir, de continuo, lo cuál me permitió a las “duras y maduras” seguir algo del hilo, cuestión poco
importante, porque a menos que conozcas a Woody, y es mi caso, la trama es clásica.

Cómo siempre digo, el arte no se interpreta, el psicoanálisis lo toma como ejemplo, donde puede mostrar sus conceptos. En este caso sin ningún esfuerzo: ejemplo de neurótico obsesivo grave, que considera su síntoma normal y lo incorpora al yo, como lo más lógico del mundo, siendo su síntoma, su conducta y forma de ser. Carácter fuertemente anal, de marcado sadismo, con tendencias pedofílicas, misógino, come il faut a todo carácter obsesivo anal que se precie. Elección de objeto amoroso: degradado, a tipo del descrito en la “Psicología del amor” S. Freud (de 1910 a 1917). Entorno resabidillo neoryorkino, con apuntes de la gran manzana, cursi para cualquier europeo culto, pero afianzado como un mal menor. Mujeres, todas iguales, pesadamente con rebequitas, poco pecho,
suplicantes… en fin algo que suena a falsete.

Todo esto mezclado con la imponente relación de Woody, con uno de los objetos a: la voz, que esconde en los diálogos, pues a más que los use de “pura significación y significado”, es perfectamente evidente que este hombre no soporta la escansión del silencio (escena en la que harta hasta a sus amigachos), y luego recoge a la niña sureña para seguir hablando sin parar… Nuestro viejo Boris-Woody, está a la altura de los “tiempos modernos”, nuestra era digital con el imperativo de “habla”, habla si estás contento, y si estás triste más, y sobre todo si estas neurótico obsesivo grave, habla con esa megalomanía que invade a los hombres dentro de un
contexto que se salta a la torera la “sexualidad femenina”, que no la de la “madre”.

No me dormí en el cine. Conocida es la función del sueño, en la obra de Freud, que la define como
la del “soñar”, para poder vivir en el fantasma que configura la realidad psiquica de cada uno. No soñé en el cine, sí fue un acto fallido lo que ocurrió, pues buscaba sin cesar, y ante tanta palabrería el mando automático para bajar el volumen de la voz, porque lo que no muestra la película es que la voz, es simplemente el placer por el sonido, y nada más, y no a todos gusta. Paradojas de la vida, en el brazo de la butaca había un posavasos, que confundí con el mando automático, pero, pero, pero, no bajaba el sonido de la voz. Era para poner la coca-cola! Enjoy-it! I'm loving it!

(Introducción a la charla coloquio de Psicoanálisis, cine del 30-noviembre 2009)

Teresa Ferrer