Psicoanálisis con niños. Cuando un niñ@ es deseado

Ah… vale!

Noche de agosto, oscureciendo, a poqueta nit, como dicen en la Safor, llega Elena a cenar en casa de los Sres del anterior post.

Es su cumpleaños. Meses sin verla, hacían la espera más larga.

“Y esto?” Dice con lengua de trapo. “Tu regalo de cumpleaños”. Sonríe, y comienza a deshacer un paquete más grande que ella. Una muñeca!!! exclama, y con todas las cosas para la playa (Elena empezaba su veraneo al lado del mar): pozalito, rastrillo, toallita, gorrita, y los palitos para hacer castillos y figuritas de arena. Mira a los Sres y antes de todo dice: Cómo se llama? Jopetas!, y sin pensar el Sr. le dice: Isabel, bueno Maribel, Mariaisabel. Elena mira a los adultos, que están con ella, y sus ojos azul-mar, indican aquello que aún pronunciar no puede. Los adultos comprenden y el Sr, sin pensar le dice: Hay una canción de cuando éramos pequeños: “la playa estaba desierta, el sol bañaba tu piel… lalaralalalala para ti Mariaisabel”, cantan los mayores, y mientras Elena, escuchando atónita… va cogiendo en brazos a Mariaisabel, pone su toallita en el sofá, la mece y nos indica “chisss” durmiendo, mañana tiene que ir a la playa!.

En la cena, sigue la conversación con total comprensión pero sin poder contestar aún a lo que se dice. La Sra. dándose cuenta de que el sufrimiento que le produce a la niña no poder hablar bien aún, comprendiendo todo lo que se dice lo alivia poniéndose el chupete en la boca, mira a Elena, y con cara de miedo le dice con voz rotunda: soy una bruja, come niños… y te voy a guisar y comer… ahhhhhh… abriendo bien la boca, y con las manos como garras queriéndola devorar. Y en dos repeticiones, Elena entiende la cuestión: abre la boca y dice ahhhhh, pero al revés que la Sra., ella pone sus manos de manera que en vez de intentar engullir a la persona por la boca, el gesto es como enviarle rayos y truenos. Genial!

Es su segundo año de vida, biológico, y cumple 4 años simbólicos, pues de Elena se hablaba ese tiempo antes de su nacimiento. Se pensó, sería una niña, se debatió mucho el nombre, que al final eligió la madre, se pensó su en su día a día de encuentros con el mundo, su entrada en lo global del lenguaje, su acceso al malestar de la cultura. Los carritos, cochecitos, pañales, vestiditos vinieron solos tras su nacimiento, como la cosa normal que es. Elena venía al mundo significada por un simbólico previo, con raíces en el deseo, de tenerla entre nosotros y darle nuestros valores, ideología, principios, experiencia, y saber hacer.

Y ahí esta la pitufa, con su sonrisa en la boca, y una frase que ha elegido, cuando se le dice algo: “Ah vale!”

Para mí, que la conozco, siempre ha sido y será Elena de Troya!

Teresa Ferrer

PS: Sé que hay gente que lee el blog que también la conoce, es un honor dedicarle a ella y a vosotr@s este post.