Magnífica película de la que se puede mucho y de muchos temas hablar, algunos los habéis perfilado en este comentario breve y extenso que habéis hecho. Mucho y de muchos temas, pero hay uno creo que es el que lleva el hilo de la trama durante todo el tiempo: La angustia, la angustia que surge en el personaje, un actor, ante un “cambio de coordenadas de funcionamiento”, concretamente el paso del cine mudo al sonoro. Testimonios de esta angustia hay muchos, sueños de angustias-pesadillas, desesperación, delirios alcohólicos, empobrecimientos, incendios, etc...
El discurso psicoanalítico, la experiencia psicoanalítica, el psicoanálisis, puede sea lo único que se ocupa de la angustia, que es un afecto, el único afecto que no engaña, que traza el camino verdadero. La angustia no es la ansiedad, ni la depresión, ni la melancolía, ni tristeza, ni la manía, ni la obsesión, de hecho la ansiedad, depresión, melancolía, tristeza, manía, compulsión, obsesión son formas de intentar tratar de calmar, de acallar o hacer desaparecer la angustia, igual que los fármacos o las drogas. Y digo INTENTAR tratar de calmar, de acallar o hacer desaparecer la angustia, intentos… porque no se puede.
Fármacos: antidepresivos, ansiolíticos etc., así como las drogas… ninguno es anti-angustia, ninguno está a la altura de este afecto. La angustia es un afecto, el único afecto que no engaña, y los enredos de la misma, los síntomas que he nombrado no logran aplacarla y su intento de camuflarla es a un alto coste vital para la persona, produciéndole una depresión, manía etc… que ya he citado.
Así pues síntomas, fármacos y drogas, y en tercer lugar como intento de calmar acallar o hacer desaparecer la angustia, esta la tentativa de contar a los amigos, parejas, familia etc. lo que pasa, cuyo efecto es la imposición de un discurso dominante, amo: ser positivo, tomar las cosas como son, apartar lo que no se entiende, o la emergencia de discurso identificatorio del: a mi me pasa igual, o más o menos, que intentan negar la singularidad de lo que provoca este afecto, dando recetas universales, que no calman.
En la película se ve una historia de amor que se teje bajo la angustia. Un cambio provoca una crisis, que pide resituar lo anterior, un cambio que tiene que ver con la introducción de la palabra, un cambio que al personaje lo sume en un malvivir intenso dónde sus coordenadas se van al traste. El espera siga la forma de vida que hasta ese momento había, y que plasma en una serie de “mimos”, actos más o menos codificados que expresan emociones que tienen una significación común para todos, pero la introducción de la VOZ, implica el tener que poner en palabras esas significaciones supuestas en mimo, y no puede… podríamos preguntar porque no puede, ya que no es el caso de mala-fea voz, sino de una negativa muy fuerte a entregarla… no puede y las manifestaciones de angustia ante este objeto VOZ, son muy continuadas. También cabría preguntarse si no quiere dar la voz o la palabra…
La angustia de ella, es menos clara. Perfectamente adaptada al nuevo tiempo, podría irse con cualquier otro hombre, hay varios en la película, y organizar una vida incluso de lujo, pero no, se queda con él, le colma de bienes, dinero, cosas, le guarda incluso sus objetos, que compra, pagando con dinero, ¿pero qué es lo que ella pretende conseguir? Su compañía. La angustia de ella, si más edipicamente articulada, es ante el abandono, quedándose con él tiene más garantías de no ser abandonada. Es una solución muy actual de las mujeres hoy en día
Vemos pues que un cambio en las coordenadas de funcionamiento produce una crisis tanto en él, como en ella, que puede realizar roles no permitidos hasta entonces a la mujer, lo cuál articula una historia de amor, hace posible una historia de amor entretejida por la angustia.
El psicoanálisis es amigo de las crisis, siempre esta al lado de las crisis, cuándo un sujeto llega al psicoanálisis, si bien lo hace con el discurso común, tengo este problema, esta patología, etc.… en cuanto se instaura el dispositivo analítico, se da cuenta de que se trata de su malestar, malvivir, que puede adoptar diferentes tipos de síntomas, pero que en el fondo esta producido por las cosas que no están como antes, sin que la persona se conforme con los refugios alienantes que le ofrece lo social, que van desde el conformismo a costa de síntomas, hasta el inconformismo a costa de síntomas, pasando por todos los intermedios. Una crisis no es un problema, ni una patología, ni una enfermedad, ni una imposición, ni algo cíclico. Una crisis es un cambio. Una crisis se produce cuándo el otro, ya sea el semejante, el prójimo, o el Otro social, cuándo el otro del apoyo, del entorno, del mundo, de la compañía, del amor, de la pareja, de los amigos, del trabajo etc… da una respuesta imprevista, ajena a lo esperado, diferente a lo que la persona haría… (el típico ejemplo de la persona que se queja de que siempre estoy dando y nunca recibo, con el supuesto de que el otro tiene la misma forma de dar, cuándo lo más seguro es que se busquen personas que no quieren dar, para poder hacerlo), que pulveriza el equilibrio homeostático, fantasmático y sintomático. Se ve bien en la película, y no solo por la angustia de él sino también en la de ella.
Para terminar decir que vivimos en tiempos de crisis y cambios, vivimos en tiempos de angustia. La angustia hoy en día esta a flor de piel y desprovista de la protección edípica que la tamizaba. Es un tiempo novedoso, en el que surge la angustia sin el bálsamo habitual del líder, que cómo históricamente ocurría encarnaban la angustia entreteniendo sus desesperos. Un tiempo dónde el lugar del líder, un tiempo, un tiempo en manos de la “evaluación” que pone en el lugar del líder, LA CIFRA, que cambia el ¿por qué? de las cosas en tiempo de líderes, por el ¿para qué? del tiempo de CIFRAS, no sin consecuencias devastadoras. Tiempos en los que el lugar del inconsciente lo ocupa el “yo”, en el que el lugar de la emoción lo ocupa el cerebro, en el lugar de la intimidad del silencio, el imperativo del habla, que da paso a slogans cada vez más sin sentido.
El éxito de la experiencia psicoanalítica es que deja a la angustia hablar, con la voz y el tiempo singular a cado uno, liberando al ser del enloquecimiento del amo. El éxito del psicoanálisis es que da un lugar totalmente inédito a la palabra, un lugar dónde la angustia puede marcar el rumbo al que, y a lo que llegar. Un análisis deja que la angustia deshaga los enredos y pantomimas del ser, para llegar más allá del trauma, un lugar dónde el inconsciente desvela la pasión de la existencia.
Término citando qué es la angustia para Lacan: “cuándo en un espacio que se creía vacío, que se pensaba vacío, que se necesitaba vacío, aparece algo… un objeto, en esta caso concretamente LA VOZ”.