Una vez, cuando era pequeñita, me contaron un cuento, como a cada una nos cuentan. Bueno me contaron varios, y yo como toda niña a sus padres les daba la lata, con siempre querer escuchar el mismo. Que tiempos de la niñez, que todas recordamos con nostalgia, y en serio, es una sosería.
Mi cuento era discutido, pues cómo se demostró en mi adolescencia, (que no se porque se llama así, y no pubertad), era como todos los cuentos, algo perverso y maligno, disfrazado de una elección. En mi caso, la bruja. Desde mi niñez sosa: caperucita roja, y el lobo, no me ponía… tanta abuelita, tanto comerse, tanta seducción… Los tres cerditos, menuda faena, haciendo casas para que no se los comiera el lobo, Ufff. La casa de chocolate… a los niños engordándolos con comida para no se que… Uff. Pinocho, cuanta faena, de los hombres pariendo, para evitar sus mentiras, que les crecía no se qué… Luego, Rómulo y Remo, la historia de Roma, Tarzán y sus gorilas… ufff.
A mi me gustaba la bruja… y pedía a mis padres modernos, que me leyeran una y otra vez, los pasajes esos de cuando a blancanieves… que el espejito mágico… y dale que te pego, con pedir la repetición de conjuros. A más moraleja que mis padres insistían con los cuentos… pedía más y más que leyeran el párrafo de la bruja.
En la pubertad, eso, como dice S. Freud, en “no se que texto” que no tengo ganas de buscar… pero es de los del Edipo, forme un grupo de teatro, que dirigía y actuaba en él, haciendo los guiones. Salía de príncipe y de bruja, además de dirigir a los niñas y niños de mi edad, para hacer la representación, ante padres aburridos, (como los que hoy en día van a ver los partidos de sport de sus hijos), ante padres aburridos que nos aplaudían.
Crecí, creí y creí, me hice rebelde, contestataria, desafié todo credo, luche contra la opresión y también contra mi pasión. Mi corazón y mi mente, a veces iban a par, a veces iban perdidas. Contribuí a inventos en lo que hoy se llama social, vi a gente perder la vida, tanto física, como moral. Vi tiranos, suicidarse, amos y esclavos hundirse, vi muchas tonterías en las que agote mi pasión, acogiendo con embrujos, gente de la libertad, en tiempos de estado de sitio.
Y siempre queda en mi interior el significante “bruja”. Me aburren las princesas.
Youtobe continued...
Teresa Ferrer
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