Empresas
Correspondencia por post, con un lector que pregunta.
Si hay algún horror absoluto, ya no es la desavenencia del mundo empresarial, con la cultura, tema clásico, y que recorre toda la época “alegre” en la que se fraguaron nuestros más lejanos “excesos” de lo que se ha venido llamando “burbujas”. Si hay algún horror absoluto, es este después, en el que sin rumbo, las empresas han mostrado su descabezamiento y su facilidad para descomponerse, fundirse, acomodarse, fagocitarse, filiarse, o simplemente deslizarse en lo que ni siquiera nadie había pensado soñar, como seres unicelulares en su caldo de cultivo que es la bolsa.
La bolsa, extraño juego, dónde la ludopatía campa a sus anchas, en un frenético “más allá del principio del placer”, que no conoce la muerte ni la desaparición por sus detritus, pues reparte sin parar el efecto de los “activos tóxicos”. Lo más gracioso, es que esta panda han convencido a gobiernos, que en su desvarío se creen Papa Noel, dando lo que no tienen, dando por buenas las deudas, pero no a los deudores, a los que piden acepten esta gran absurdidad, de la desaparición del padre y de un poder que no sostiene más. Al menos la Santa Sede, que ni es Santa ni Sede, sí maestra del semblant, cambió el catecismo: “Padre nuestro… perdonamos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores…”, por “y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden..."
Aquí y así estamos, en un mundo global, que cabalga sobre el “Trieb” freudiano, del que más que hacerse cargo, hay que fomentar. Es la realidad de nuestro tiempo, y de nuestra angustia, en el recién comenzado siglo XXI, que ve con pasmo e incredulidad, sus sistemas de intercambio obsoletos, sus Ideales de amo, inexistentes, sus relaciones de parentesco en probetas, y sus precariedades convertidas en pulsión sin objeto que sea capaz de producir más de un instante de satisfacción. Llorando por los rincones en busca del dinero, ¿llegaremos también a comprender que no existe tampoco el tiempo? ¿Cuantas palabras habrá que usar, para decir que tendremos que saber hacer con el “simbólico” destronado?
Correspondencia por post, con un lector que pregunta.
Si hay algún horror absoluto, ya no es la desavenencia del mundo empresarial, con la cultura, tema clásico, y que recorre toda la época “alegre” en la que se fraguaron nuestros más lejanos “excesos” de lo que se ha venido llamando “burbujas”. Si hay algún horror absoluto, es este después, en el que sin rumbo, las empresas han mostrado su descabezamiento y su facilidad para descomponerse, fundirse, acomodarse, fagocitarse, filiarse, o simplemente deslizarse en lo que ni siquiera nadie había pensado soñar, como seres unicelulares en su caldo de cultivo que es la bolsa.
La bolsa, extraño juego, dónde la ludopatía campa a sus anchas, en un frenético “más allá del principio del placer”, que no conoce la muerte ni la desaparición por sus detritus, pues reparte sin parar el efecto de los “activos tóxicos”. Lo más gracioso, es que esta panda han convencido a gobiernos, que en su desvarío se creen Papa Noel, dando lo que no tienen, dando por buenas las deudas, pero no a los deudores, a los que piden acepten esta gran absurdidad, de la desaparición del padre y de un poder que no sostiene más. Al menos la Santa Sede, que ni es Santa ni Sede, sí maestra del semblant, cambió el catecismo: “Padre nuestro… perdonamos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores…”, por “y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden..."
Aquí y así estamos, en un mundo global, que cabalga sobre el “Trieb” freudiano, del que más que hacerse cargo, hay que fomentar. Es la realidad de nuestro tiempo, y de nuestra angustia, en el recién comenzado siglo XXI, que ve con pasmo e incredulidad, sus sistemas de intercambio obsoletos, sus Ideales de amo, inexistentes, sus relaciones de parentesco en probetas, y sus precariedades convertidas en pulsión sin objeto que sea capaz de producir más de un instante de satisfacción. Llorando por los rincones en busca del dinero, ¿llegaremos también a comprender que no existe tampoco el tiempo? ¿Cuantas palabras habrá que usar, para decir que tendremos que saber hacer con el “simbólico” destronado?
Teresa Ferrer
2 comentarios:
Siempre he sabido la potencia del psicoanálisis para el comprender lo social, pero creo, sinceramente, que en este breve texto apuntas claves potentísimas en esa línea. Teresa hay que continuar en este análisis. No sé cómo, se que contigo, pero hemos de ser más pensando sobre esto y hemos de tener más altavoces.
Si Berta, efectivamente hay que continuar el analisis, de estos temas de epoca global, pues estamos ante un nuevo paradigma que requiere "invenciones", pues los antiguos ideales han caido, y estar melancolizados por ellos, no sirve para nada, pues mientras la gente ande con la cabeza puesta en el pasado, las politicas desfallecen. Pensamos para este trimestre una tertulia. Besos
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